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  • Foto del escritorPILI HIDALGO CRESPO

EMPEZAR A CAMINAR


Ya sabía cuando me inicié en esta aventura que no sería tarea fácil empezar en una nueva profesión con los tiempos que corren, pero la verdad es que me ha sorprendido la cantidad de cosas que tengo que hacer y tener en cuenta para que esto funcione. No basta con hacer buenas fotografías y tengo que reconocer que eso, según el día, puede llegar a minar mi paciencia.

Por un lado está la competencia. Casi todos tenemos un móvil y acceso a 20.000 filtros, las cámaras réflex han bajado ostensiblemente su precio y los programas de retoque hacen milagros. Eso te obliga a estrujarte la cabeza como nunca para poder ofrecer algo a tus potenciales clientes que no puedan obtener por sí mimos (ya no tenemos ni la excusa de que “el que hace la foto nunca sale” porque están los selfies!!).

La inversión que necesitas es importante. Lo primero es la formación y especialización a base de cursos (que no son precisamente baratos y menos en cuanto a recién nacidos), un buen equipo fotográfico, crear un logo con el que te identifiques, una imagen corporativa que de una idea de tu filosofía de trabajo, diseñar una campaña de marketing y publicidad para llegar al máximo posible de clientes, pasarte horas y horas en internet buscando cuáles son los mejores precios para poder ahorrarte esos cuatro durillos que te hacen falta para otras 20 cosas más pendientes.

También tienes que hacer un estudio de mercado para poner precio a tu trabajo, algo realmente complicado si nunca has tenido que hacerlo antes. No puedes infravalorarte porque estés empezando, tampoco puedes reventar precios en el mercado al igual que moralmente no puedes utilizar las tarifas que tienen otros compañeros con muchos más años y experiencia que tú. Sea como sea, quiero pensar que no todo el mundo se deja guiar por un simple precio, sino por aquello que sienten cuando miran tus fotografías. Vamos, lo que yo decía, difícil.

Y no acaba aquí, no… Porque lo que por un lado es un beneficio como las redes sociales, por otro es un escaparate en continuo movimiento que si no sabes gestionar de la forma adecuada te puede llegar incluso a perjudicar. Twitter, Facebook, Instagram, Pinterest, Flirck, tu web e incluso un blog… puedo seguir mencionando otras cuantas más, pero aunque la finalidad sigue siendo la visibilidad MUNDIAL (suena muy fuerte, pero es así), a veces me marea y me hace perder el norte. Es entonces cuando me siento, respiro e intento recordar cuál es el origen de todo esto.

Pero lo más importante de todo, por lo menos para mí, es encontrar ese punto que hace que la gente te Reconozca, que quiera que seas tú y no otra persona la que juegue con las luces y sus sombras para gravar una imagen en el recuerdo. Hay muchas tendencias actualmente en fotografía, algunas no me gustan nada, otras me encantan pero no van conmigo; yo sólo intento dejarme llevar por lo que la persona me dice con su expresión en cada momento y que se cree un clima de confianza donde la naturalidad sea el principal atrezzo. No quiero imitar a nadie, estoy en proceso de búsqueda del mi propio estilo y esos pequeños detalles que me hacen feliz.

Que conste que no me estoy quejando (faltaría más), simplemente os enseño una parte de mí, una muy importante porque a veces me lleno de dudas e inseguridades que son las que me hacen tropezar pero a la vez crecer e incluso merecen la pena siempre que os provoquen haceros SENTIR (si, con mayúsculas y letrero luminoso), al ver una de mis fotografías.

Y ahora que os he explicado mis neuras, os aseguro que la próxima entrada en el blog no será un tostón de este tipo, sino una sesión fotográfica, vale?

Pues lo dicho, voy a seguir con mis pasitos.

Nos leemos pronto!!


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